Apenas acaba de nacer, desea crecer con todas sus fuerzas. Ya de entrada es impaciente, febril, ansioso, se enciende a la mínima contrariedad y le arrebatan los enfados memorables.
Raro sería que este niño, ávido de exteriorizar sus energías, creciera sin un solo chichón en la cabeza, ya que siempre es muy revoltoso. Muestra su entusiasmo y precipitación, que hay que temer por sus caídas y accidentes, así como por las decepciones precoces.
Se siente más atraído por las actividades manuales y deportivas que por los estudios o elucubraciones intelectuales, pero puede dar muestras de una intuición sobresaliente o tener el don de la anticipación. Sin embargo, no le dejes avanzar demasiado, ya que al mínimo obstáculo se desanimará y luego te costará encaminarle de nuevo.
Hay que enseñarle muy pronto a que se tome su tiempo, pues lo necesitará para traducir con eficacia sus ideas en actos y hechos. Sea cual sea la actividad que elija, será emprendedor pero pecará también de falta de paciencia y de perseverancia. Necesitan que le animen, le halaguen y le ayuden a frenar o a canalizar su ansiedad y su fiebre.