Runas
La existencia de las runas se ha visto desde épocas inmemoriales cubierta por un velo legendario y misterioso, empañada por el engaño y envuelta en secreto y la superstición. Estas creencias, en sus múltiples y diversas manifestaciones, no sólo podían hallarse entre las tribus célticas de la Galia, Bretaña e Irlanda, sino que también sufrieron luego algunas modificaciones al ser adaptadas por las razas normandas y sajonas. Tuvieron su origen en tiempos neolíticos, y en la edad del hierro ya estaban bien asentadas en la Europa occidental y en los países escandinavos.
La creciente fuerza que el Oráculo Rúnico viene adquiriendo en el mundo no se debe a lo exótico de su propuesta ni a la fascinación que ejercer la mitología del norte de Europa, si no que surge de su profundidad simbólica, la cantidad de matices en su significado y por contrapartida, la exactitud de sus mensajes. El alfabeto rúnico que es en verdad antiguo, tiene implícito el orden perfecto que le permite al que indague y medite sus glifos obtener de el lo que necesite, sea un consejo o un indicador de un nuevo cambio.
La adivinación con las runas. La tradición rúnica adivinatoria prefiere labrar estos símbolos sobre pequeños trozos redondeados de materiales naturales como la madera de pino o cedro, o sobre piedras como el cuarzo, evitando agregar pinturas o barnices de modo que queden lo más natural posible y que las 25 runas quepan todas dentro de las dos manos juntas. Para que las runas incrementen su efectividad, se sugiere que uno haga su propio juego de runas, o que se compren unas y se mantengan cerca de uno el mayor tiempo posible para que de esta forma la energía personal vital las impregne.
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